viernes, 28 de abril de 2017

El fracaso no existe

En nuestro país hay una valoración muy negativa del fracaso. Mientras que los americanos, por ejemplo, incluyen en su currículum cualquier iniciativa empresarial fallida en la que han participado como parte de su biografía y experiencia, aquí tendemos a intentar hacer invisible cualquier "error" en nuestro pasado profesional y personal.

Quizás tenemos una idea exagerada de la "dignidad", quizás un sentido atávico del éxito y el acierto como inspiración divina o muestra de una buena suerte, en cierto modo, sobrenatural.

Creo que esta idea es (perdón por la expresión, vivo entre adolescentes) "la mierda".



El fracaso no existe, porque ningún fracaso es final. Casa paso equivocado del camino, cada vuelta que damos por el bosque buscando una salida, es en realidad parte de la ruta que nos llevará a salir de él, siempre que veamos nuestra carrera (profesional, personal, artística) como un todo y que, en lugar de intentar fingir que no nos hemos equivocado, hagamos una sana digestión de nuestros errores que los convierta en parte de un aprendizaje global.

En la interpretación, en cualquier arte, el miedo a equivocarse es, probablemente, la mayor fuente de tensión y el factor humano más limitante. No sólo lleva a equivocarse con más frecuencia (es una de las ironías de la vida: sin miedo al error se comenten menos errores) sino que, en muchas ocasiones, y esto es mucho más grave, nos lleva a no emprender (un gesto, un papel, un impulso) y nos ata a nuestra miserable condición humana impidiéndonos trascender y cumplir lo que propuso Baudelaire: "Hay que ser sublimes sin interrupción".

Hay grandes ejemplos en la historia de todas las artes y las ciencias en los que un error, asumido con naturalidad, respirado con humildad, puede ser un gran avance. La evolución de las especies depende, amiga, de una característica curiosa del proceso de replicación de las cadenas de ADN de nuestras células: tiende a ser ligeramente defectuoso. Cada hijo de cada animal es distinto a la mezcla de sus padres porque su ADN no es una combinación exacta de ambos, sino que incluye cambios aleatorios que hacen variar sus características. Esta imprecisión hace que cada generación de animales contenga individuos más altos, más bajos, más gordos o más delgados, y aumenta las probabilidades de que la especie se adapte a los cambios de las circunstancias de su entorno y mejore sus expectativa de supervivencia individual y de conjunto.

Abandona el miedo que puedas tener a cometer un error, date permiso para equivocarte (en mis clases pregunto "¿Para que estamos aquí?" y mis alumnos más jóvenes, aleccionados, gritan al unísono: "¡Para cagarla!" (y luego me miran riéndose de mí por ser tan infantil, pero yo les quiero igual). Porque en eso consiste el aprendizaje, la investigación y la creación: en un proceso de acierto y error que nos hace crecer, siempre que nos permitamos el riesgo de fallar como precio del billete de lotería que puede premiarnos con el acierto.

No hay creación, no hay grandeza posible para quien elige jugar a no perder por el método de no equivocarse. Como se dice en el trabajo actoral: "Nadie está seguro en casa".

La buena noticia para los que, como yo, tenemos que hacer un esfuerzo para dejar atrás el miedo, es que el riesgo es divertido, adictivo. Aunque la primera vez que uno se expone al ridículo o a la fealdad en un escenario, la verdad que hay detrás (cagarla en nuestro oficio no es tan malo como no intentarlo) nos llevará a vivir momentos de magia, de heroicidad y de genio que harán que perdamos ese miedo y aprendamos a dejarnos llevar por el momento, a correr cada riesgo, poco a poco, no solo con menos sufrimiento sino con placer.

Lo que, además, cambiará nuestra visión de nosotros mismos para siempre, convirtiéndonos en alguien a quien podamos admirar. Dijo Séneca: "Mayor soy y para mayores cosas he nacido que para ser esclavo de mi carne". Hagámoslo verdad.

Os dejo aquí un par de vídeos. El primero está en inglés, aunque se entiende razonablemente bien, y es una colección de errores durante la grabación de películas que funcionaron tan bien que pasaron a formar parte del montaje final.

Este otro vídeo es el increíble, el brutal Bruce Springteen en un concierto. Un fan le pide una canción que hace años que no tocan, y la banda la medio recuerda y medio improvisa. A mí se me pone la carne de gallina viéndolo:

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