martes, 4 de abril de 2017

Cuerpos desnudos: el erotismo en escena

AVISO: Por la temática y contenido de este post recomiendo a mis alumnas y alumnos más jóvenes que pidan permiso a sus padres y/o me consulten antes de leerlo. Aunque el enfoque es, creo, respetuoso, advierto que hay ideas y comentarios que podrían causar algún sonrojo... Aunque sospecho que me he cortado al hablar de este tema más de lo que lo haría con otros. Mea culpa!

En mi post anterior, Almas desnudas: el amor en escena, hablaba de la dificultad (y lo imprescindible) de desnudarse emocionalmente para encarnar el amor y sus consecuencias: entrega, vulnerabilidad, desamor, pérdida...

En esta nueva entrada quiero hablar de otro reto, que para algunos es menor y para otros mayor que el anterior, y que en muchas ocasiones se suman en escena: cómo afrontar una situación de contacto físico/erótico sobre las tablas o ante la cámara.

Son varias las dificultades que una actriz afronta cuando tiene que comunicarse físicamente con su partenaire.

En primer lugar, todas las ya mencionadas en el post anterior sobre la dificultad de mostrar, con razonable verdad escénica, las emociones íntimas ligadas al amor, que por su naturaleza está, como ser humano, acostumbrada a gestionar en petit comité. No insistiré más en ellas, sólo las menciono aquí porque se suman a las que comentaré a continuación. Aunque, como veremos al final, pueden ser también la solución.

Los distintos encuentros físicos asociados al amor incluyen una gran variedad de intenciones e intensidades, desde un pico como saludo "rutinario" en una pareja asentada, al primer beso con el que se inicia una relación o encuentro erótico, hasta un momento de alta intensidad erótica en el que la pasión física sea más o menos protagonista (asociada en mayor menor medida a una emoción profunda, según personajes, situaciones, superobjetivos...). Cada uno debe ser afrontado de manera distinta, pero todos conllevan varios miedos comunes para los ejecutantes.

Cuando uno conversa con actores o estudiantes de interpretación sobre las dificultades que les supone una escena de este tipo, esperaría intuitivamente que sus preocupaciones tuvieran que ver, sobre todo, con el exceso de intimidad que suponen. Curiosamente, he aprendido con el tiempo que la primera preocupación que suele venir a su cabeza es "tengo miedo de no hacerlo bien". No se refieren a la interpretación, sino, generalmente, al acto en sí. Es decir, que la actriz que va a dar un beso en escena teme muy a menudo hacer el ridículo en el sentido de que se perciba que "no sabe" besar, por ejemplo.

Puede ser resultar cómico ese grado de timidez, pero lo cierto es que besar o magrearnos, del mismo modo que ocurre con el sexo, es algo de lo que tenemos poco feedback en nuestra vida real, y siempre que lo recibimos es en un contexto de subjetividad extrema. Pocas veces uno recibe una crítica analítica sobre su forma de besar o acariciar y, por ello, es natural que nos sintamos inseguros en la vida real y más aún en el momento en el que nuestra "técnica" va a ser expuesta y quizás juzgada ante muchas personas. Al fin y al cabo es algo que no se enseña ni estudia, se aprende de manera intuitiva y a veces, según contextos socioculturales, de una manera oscura y casi prohibida, por lo que muchas personas, en función de su experiencia vital, pueden sospechar o temer que hagan muchas cosas de manera distinta a los demás. Importante, como siempre, intentar abandonar el auto-juicio. ¿Hay una manera universal y canónica de besar correctamente? ¿Una técnica que sea perfecta para todas las personas? Creo que no. Si es que sí, por favor, contádmelo en los comentarios, que seguro que tengo margen de mejora ;-)

Como siempre ocurre en escena, la verdad es nuestra mejor aliada para superar las dificultades. ¿Te sientes insegura sobre cuánto gustará el beso que vas a dar? Genial, en lugar de intentar anular esa emoción genuina, úsala en escena. Apórtala con sinceridad al momento y deja que tu personaje comparta parte de ese miedo, en la medida en que la situación y su personalidad, experiencia y background lo permita. Es probable que tu personaje tenga que sentir parte de ese miedo, y será más fácil graduarlo en el nivel que sea apropiado que anularlo. En ocasiones tendrás que exagerarlo, porque tu personaje se sienta más expuesto, o sea inseguro en la situación, y en otras escenas tendrás que procesarlo con la mayor fuerza que puedas para sentirte lo más segura posible, si eso se parece más a lo que debería estar sintiendo.

Por otro lado, aparece el problema ya mencionado de la intimidad. Besar a una persona a la que se desea es una de las experiencias más maravillosas, divertidas y excitantes. Cuando tenemos que hacerlo con alguien con el que tengamos una relación que no nos induzca a querer hacerlo, puede ser difícil y entorpecer gravemente nuestra capacidad de disfrutar el momento como, probablemente, nuestro personaje debería estar haciendo. Vencer esta barrera es inmediato para muchos actores y actrices, pero puede ser un Everest que escalar para mucho otros.

El primer consejo que puedo aportar aquí es el respeto absoluto, como base de la confianza que vamos a necesitar desarrollar. Percibir que mi partenaire está, como yo, interpretando, sin un disfrute emocional o morboso en el trabajo que realizamos es fundamental para que podamos trabajar la intimidad y garantizar una tranquilidad que nos permita trabajar nuestras emociones y gestionar nuestros miedos personales.

El segundo consejo, que puede parecer contradictorio, es: intenta que sea todo lo verdad posible. Del mismo modo que podemos intentar trabajar desde el respeto y la distancia emocional, si es la única vía, y garantizar así el que estemos tranquilos, hay ocasiones en las que es posible ir mucho más allá. No es tan raro que podamos encontrar en el otro un atractivo suficiente para trabajar con algo de verdad escénica. A veces, si se da la coincidencia de que ese atractivo es mutuo, la escena puede llenarse de verdad absoluta. Son muchos los casos de actores y actrices (o actores y actores o actrices y actrices) que han iniciado una relación sentimental a raíz de trabajar personajes que compartían amor en escena. Es probable que tengas que trabajar con personas con las que no te sientas atraída, pero también puede pasar que haya un cierto grado de atracción y, en ese caso, mi consejo es que seas justa contigo y con la escena. Si fuera un conflicto en el que tuvieras que odiarle no sólo te permitirías hacerlo: lo intentarías con todas tus fuerzas y con toda la verdad posible. ¿Por qué tenemos que hacer menos en una escena de amor? Olvida las convenciones sociales, hechas para limitarnos, e intenta vivir con intensidad emocional y toda la verdad de la que seas capaz el momento escénico. Utiliza la escucha como lo harías en cualquier otra situación y busca una mirada, un contacto, algo en tu pareja de trabajo a lo que puedas engancharte y que conecte con tu cuerpo y tu corazón, para luego agrandarlo hasta donde sea necesario según la intensidad de la escena.

Como ocurre en cualquier escena de otras índoles, sólo funcionará si las dos partes escuchan y son verdaderas, así que intentar desear de verdad besar a tu pareja será la mejor manera de ayudarle a que pueda sentir lo mismo, creerlo y expresarlo con verdad, de manera que esta verdad, escuchada por ti, sirva para estimular tu emoción y todo funcione.

Para terminar, hay otro miedo que vencer, a veces el más profundo y complejo. Quizás el elemento más seductor que puede aportar un ser humano es su propia conciencia y seguridad en su atractivo personal. En cualquier caso, la falta de esa seguridad, en forma de miedo a no resultar atractivo es generalmente un antídoto contra la seducción. La actriz tiene que encontrar el camino a un conocimiento que todos los humanos desean y pocos alcanzan: la conciencia de su propia belleza y magnetismo. Hay pocos consejos que pueda dar en este sentido (y no soy un ejemplo a seguir en cuanto a conciencia de belleza y/o atractivo). Quien se siente atractivo por naturaleza tiene esa capacidad y los que no lo sentimos así necesitamos un proceso personal largo para acercarnos a ese sentimiento. Escuchar de verdad (en escena y la vida) con justicia, el nivel de atracción y seducción que ejercemos sobre quienes nos rodean es la clave, creo, pero es muy difícil porque la propia percepción sobre esos conceptos es la base del problema. Como siempre, y ya hablando específicamente de la escena o ante la cámara, engancharme a la escucha con mi compañero es la solución: necesito ver en la otra persona cómo le seduzco. Como mi presencia le impone, le provoca, despierta su deseo o su amor, según lo que el texto y la situación pidan.

Resumiendo: cuando tengas que afrontar una escena que incluya contacto físico, hazlo como harías cualquier otra escena. No te juzgues, olvida que te están mirando o filmando y concéntrate en escuchar, en reaccionar a la verdad que entre los dos estáis construyendo, deja que el momento florezca y sigue tus impulsos. E intenta disfrutar todo lo que te sea posible con libertad. Y como harías en cualquier otro trabajo, comunícate con tu compañero con franqueza, marca los límites que garanticen tu comodidad (siendo valiente pero sincero) y respeta absolutamente los de tu pareja, ayudándole a superar un momento complicado pero de gran interés dramático y enorme crecimiento artístico y personal para ejecutante y público.

Por cierto, último aviso a navegantes, y que a veces puede suponer un problema: los síntomas físicos de la excitación resultan estúpidamente vergonzantes en nuestra sociedad y a veces pueden resultar un problema al trabajar. Creo firmemente que cualquier manifestación de este tipo que se produzca en la escena debería ser alentada en lugar de disimulada, y que aprender a lidiar con esta verdad es una asignatura pendiente de los intérpretes y el público. ¿Está mal tener una erección en escena, por ejemplo? ¿No estamos deseando que el actor viva de verdad el momento y nos lleve a una catarsis completa? Yo digo que un actor o una actriz que estén viviendo un momento erótico en escena deberían estar deseando encontrar esa conexión real con su cuerpo, igual que lo harían con la ira o la tristeza, y espero que algún día eso sea visto no sólo como aceptable, sino como deseable, más allá de convenciones sociales.

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