lunes, 20 de febrero de 2017

Aprender teatro: huir hasta encontrarse

A menudo atiendo a alumnos, de todas las edades, que vienen a la escuela Dinámica Teatral porque quieren empezar a hacer teatro.

Siempre les pregunto qué buscan, qué les ha movido a dar ese paso, y la respuesta suele ser más bien banal: creo que se me dará bien, siempre me ha apetecido... Es una pregunta que te hace un señor con pinta de ser poco simpático en quien todavía no confías. Cuando en las clases va naciendo esa confianza, sin embargo, es habitual descubrir que lo que les atrae de la interpretación es encarnar a otras personas, vivir otras vidas. En cierto modo, muchos quieren (queremos) huir de su propia persona: de sus circunstancias vitales por un lado pero, aún más, de su propia experiencia vital.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Los principios morales: amar lo que odio

Toda escena teatral y cinematográfica es un conflicto entre un protagonista que desea cambiar la situación y un antagonista que desea mantenerla ("cásate conmigo-no quiero casarme contigo", "muere y satisface mi venganza-no quiero morir"...)

Al trabajar la técnica de William Layton, los intérpretes analizamos las razones por las que los personajes (y nosotros en las improvisaciones que usamos para entrenarnos y para entender orgánicamente las escenas) participan en el conflicto que conforma la escena, desde varios puntos de vista.

Uno de los criterios que más condiciona cómo se pide o niega el deseo, con qué intensidad y estrategias, los clasifica en "emocionales", "prácticos" o "por principios".

Así, puede que un personaje quiera lograr un beso de su partenaire porque se siente emocionalmente impulsado a ello (en el caso de una improvisación, el intérprete recordará un momento de su vida en el que lograr un beso le proporcionó placer, al nivel que corresponda), por ejemplo.