lunes, 15 de mayo de 2017

Enseña a vivir: vive (y muestra tus emociones)

La vida es fácil. Somos cuerpos con instintos, corazones con emociones y cerebros con pensamientos. Lo cierto es que esas tres partes nacen funcionando sincronizadas y armónicas, pero que al avanzar en nuestro recorrido vital solemos romper el equilibrio en el que viven, sobre todo porque vivimos en un mundo intelectualizado, en el que nos educamos unos a otros para "pensar con la cabeza". Error.

Acompaño todos los días a seres hermosísimos, a mis amadas alumnas y alumnos, en un regreso hacia la sencillez del instinto, de la intuición, de las emociones naturales, simples y poderosas que, por la mayor carencia formativa de nuestra sociedad (la emocional) tienen a veces mezcladas, incluso anuladas en muchos casos, por procesos mentales y cerebrales que aportan muy poco de positivo al trabajo de la actriz, y quizás aún menos al vital.

martes, 9 de mayo de 2017

Sentimiento de facilidad: confía y fluye

"Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece". Yo me siento, últimamente, un alumno muy preparado, ya que encuentro un maestro en cada ser humano que aparece para compartir un trozo de mi camino.

Una de las últimas que la suerte ha puesto en mi camino, me trajo una máxima filosófica-mística-vital que me tocó: "Confía y fluye". El concepto de que debes aceptarte y aceptar, creas más o menos en el destino como fuerza universal, que tu sensación de control sobre la vida es una ilusión. La maravillosa ventaja de este pensamiento (que como todos los que de verdad pueden cambiarte, es un pensamiento/emoción) es que si aceptamos que sólo nuestro miedo y nuestra presunción nos llevan a creer que estamos en control de nuestro futuro, de pronto el presente se convierte en un precioso espacio de libertad.

jueves, 4 de mayo de 2017

Catarsis: el teatro como terapia

Aristóteles ya hablaba en su Poética, al referirse a la Tragedia Griega, de la catarsis. Este fenómeno psicológico (o espiritual, según cuáles sean tus creencias) consiste en la capacidad del ser humano de empatizar con los sentimientos y situaciones de un personaje y "vivirlos" sin afrontar realmente las consecuencias.

Cuando vemos una película u obra de teatro de miedo o suspense, por ejemplo, elegimos nuestro nivel de "sufrimiento" acercándonos emocionalmente a la imagen de estar viviendo esa historia sólo hasta el punto que podemos soportar. Así, se produce muchas veces ese fenómeno tan gracioso en el que vemos a un espectador tapándose a ratos los ojos, o mirando de reojo la pantalla o el escenario, atrapado por su deseo de participar en ese momento de terror pero reservándose el derecho a aumentar la distancia si su corazón o su mente se vieran sobrepasados por la intensidad de lo "vivido". En esto, el teatro se parece a una vacuna: nos inyectamos un poco de enfermedad, sólo la que podemos aprender a curarnos cada vez, y así nos hacemos más fuertes.