miércoles, 14 de noviembre de 2018

Primero, escúchate tú

Tras demasiado tiempo absorto en otras obligaciones, vuelvo a la carga con este blog que, como ya sabes, trata sobre la interpretación y su aprendizaje.

En esta ocasión voy a hablar de la escucha, clave del trabajo actoral y de la vida, con una perspectiva nueva que, como siempre, he aprendido mientras enseñaba a mis alumnos y gracias a ello.



Mi reflexión surgió durante un ejercicio de seducción en el que un alumno debía seducir a otra. Debido a una incompatibilidad en las orientaciones sexuales involucradas, para el alumno en cuestión era muy difícil "interesarse" sinceramente por su partenaire, y a partir de ahí cualquier intento por su parte de vivir la experiencia interpretativa con verdad era imposible.

Este no es un problema nuevo, lo he enfrentado muchas veces y hablado de él en otros posts de este mismo blog.

Como siempre hago, le pedí que gestionara su escucha para intentar adaptarla a la necesidad del momento, ejerciendo las dos acciones que podemos hacer sobre ella: enfocar y escuchar. Es decir, le pedí que se centrara en lo que pudiera resultarle atractivo de su compañera, por un lado, y que tratara de olvidar las características físicas y de otros tipos que le hicieran difícil engancharse eróticamente a ella. Hasta aquí, procedimiento estándar, "every day acting" ;-)

Mi reflexión que quiero compartir hoy, que será de perogrullo para muchas, surgió al intentar ayudarle en ese proceso y observar lo difícil que le resultaba. Le invité a que imaginara al sujeto que sería idóneo para estimularle aquí y ahora (allí y entonces) no para que intentara mezclar imágenes (ya he explicado otras veces por qué esto me parece contrario a la escucha y la verdad escénica) si no, y aquí llegó mi iluminación, para que intentara encontrar qué le interesaba en el momento y habitualmente.

Me di cuenta de que le estaba pidiendo lo que siempre buscamos de una u otra manera: autoconocimiento para adaptarnos, para poder gestionarnos. O sea, le estaba pidiendo que, antes de buscar en su compañera la escucha que necesitaba para provocar sus impulsos, se escuchara primero a sí mismo, con sinceridad y valor, para descubrir lo que le interesa y le provoca.

Una perogrullada para muchos, como digo, y algo que yo intuitivamente he hecho siempre y he pedido a otras, pero que nunca había percibido analíticamente: antes de buscar en el espacio o en mis compañeros el gatillo que provocará mi intención, mi deseo, mi lujuria, mi odio o lo que sea que la escena y la verdad piden, necesito escuchar en mí mismo lo que quiero, lo que soy, lo que me mueve. No intelectualmente ni comprobando mi "ficha interior" de mí mismo (mi ego) sino corporalmente, con vida y verdad actual y presente en el momento.

A este proceso se opondrá siempre, y es nuestro trabajo vencerlo, como siempre, el miedo y sus hijas: las máscaras personales. La impostación en la que vivimos, los papeles que adoptamos afectan y a veces imposibilitan la escucha, porque una máscara es un papel que estoy esforzándome en representar (conscientemente o no, esa es otra guerra) e incluye su propio enfocar y desenfocar de la escucha, que no estoy controlando completamente. Si llevo máscara de payaso, por ejemplo, quiero escuchar a quien se ríe y no escuchar a quien estoy aburriendo, porque eso echaría abajo mi máscara.

Así que, otra vez, qué pesado siempre, la clave de la interpretación está en conocerse, en aceptarse, en desnudarse ante mí mismo y los demás y, despojado de las máscaras con las que protejo mis vulnerabilidades y camuflo mis crueldades. Sólo que ahora tengo una clave más: primero me escucharé a mí, me conoceré y me aceptaré en el momento presente, y así podré saber lo que de verdad buscan mi cuerpo, mi mente y mi alma, antes de intentar encontrarlo en la escucha de los otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario