martes, 17 de octubre de 2017

Teatro: desear es vivir

En el teatro, o el cine, vemos a los personajes viviendo conflictos. Cada escena de un texto dramático es necesariamente un conflicto entre dos o más personas que tienen deseos incompatibles. De no ser así, tendrían muy poco interés. El teatro es, por tanto, una selección de momentos vitales de gran intensidad. Nos ahorramos las partes de la vida en las que no pasa nada y dejamos sólo los momentos más interesantes de las vidas más intensas. Por eso nos atrapa.
Los actores y las actrices tenemos la responsabilidad de representar, por tanto, momentos vitales en los que un personaje tiene un gran deseo de conseguir (o negar) algo. Cásate conmigo. Muere por haber matado a mi padre. Confiesa tus crímenes. O los contrarios: No me casaré contigo, quiero vivir, nunca confesaré.

Para hacerlo con verdad escénica, para representar esos momentos con verdad escénica e interés, tenemos que ser capaces de desear de verdad durante un rato. Cualquiera que lo haya intentado de verdad os puede decir que no es tan fácil como podría suponerse.

Lo advierto siempre en la primera clase de cada año: estamos muertos por dentro. Las personas creemos tener grandes pasiones y anhelos, y poderosas fobias y odios. Pero no suele ser verdad. En general vivimos adormecidos. La sociedad, las personas, hemos aprendido y nos entrenamos a diario a/en no desear, mucho más que en conseguir lo que deseamos. En algún momento de nuestro desarrollo, los seres humanos hemos aprendido (estúpidamente) que es más fácil aprender a no desear cosas (o a personas) que asumir el coste, el trabajo y el riesgo de desear y, quizás, no lograr.

Por miedo a la frustración, al fracaso, al ridículo, al juicio externo o al propio, entrenamos a nuestros niños en desear sólo cosas fáciles de conseguir, como juguetes o tablets, y a renunciar a las difíciles: sueños, amor, grandeza, autoestima.

Afortunadamente para todos, la capacidad de desear con pasión, de volver a creer en lo imposible y de perseguir nuestros sueños y metas y estar dispuestos a pelear por ellos es recuperable. Basta con hacer teatro. Teatro de verdad, del "serio", del que exige un entrenamiento que incluirá, necesariamente, un gran trabajo sobre este aspecto de la personalidad de los estudiantes.

Así que venid a aprender teatro, buscad un maestro que os pueda acompañar en el proceso de volver a querer y aprenderéis a vivir con intensidad y pasión, a pelear por lo que queréis y a arrasar (o seducir) a quien se interponga en vuestro camino.

En Dinámica Teatral, por ejemplo, tenemos varios de esos maestros y estamos deseando acompañaros. "Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece", dice el proverbio. Si estás preparado, nosotros estamos listos para aparecer en tu vida.

2 comentarios:

  1. Texto agudo, sensible, acertado y valiente, como tú.

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  2. El deseo y la pasión debería acompañar todo lo q hacemos. Sin miedo al fracaso. ¡El teatro es pasión!

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