La raíz latina de "persona" significaba, originariamente, "máscara del actor". No creo que sea una coincidencia que hayamos acabado usándola para referirnos a los seres con los que convivimos, ya que nuestra vida, más que un continuo relacionarse de seres humanos, se parece más a una experiencia irreal de máscaras hablando con máscaras.
Una máscara, en teatro, es cualquier dispositivo, actitud, elemento, voz, tic, personaje y un infinito etcétera de elementos que utilizamos para evitar exponer nuestra verdad interior. El caso de la máscara física, de la careta, es de los más extremos: ponemos una cara de papel, por ejemplo, delante de nuestra cara real, y así dejamos de sentirnos expuestos y vulnerables e, incluso, de ser responsables de lo que hagamos, ya que es la máscara la que habla y actúa, no el ser humano que hay debajo.